El pan, su origen
Ser un alimento básico no es una fama que el pan se haya ganado de la noche a la mañana y es que nos consta que ya en la prehistoria se consumía, este es el origen del pan hasta nuestros días.
El origen del pan
Al comienzo, como resulta lógico, se parecía poco al esponjoso producto que el día de hoy conocemos como pan en tanto que, si bien se realizaba con trigo y agua, no conocían la harina como tal sino machacaban los granos de cereal. Además de esto, se cocía poquísimo. De esta manera, el producto resultante era considerablemente más basto mas del mismo modo nutritivo y por esta razón tenía tanto valor en la dieta de nuestros ancestros.
Además de esto, siendo un comestible que se podía realizar a lo largo de todo el año (no dependían de que hubiese caza o bien de que una cosecha hubiese sido buena) puesto que el almacenaje del cereal y su conservación era parcialmente simple, era muy reverenciado. Tanto es con lo que se han encontrado hornos que datan del año 4000 a.d.C y que se utilizaban particularmente para cocer pan.
Más similar a lo que el día de hoy comprendemos por pan llegó con la civilización egipcia (en torno al 2000 a.d.C). Aunque ya la masa se hacía igual, con harina y agua y se cocía, no se fermentaba. Fue, como los grandes descubrimientos de la historia, por casualidad, como los egipcios descubrieron que fermentando la masa, el pan estaba más jugoso.
Parece que por fallo, o bien por unas prisas, una de las masas que prepararon para la cena se quedó olvidada y al día después cuando la hallaron y desearon aprovecharla vieron que se había expandido, esponjado y que el sabor y la textura resultante tras la cocción era mucho mejor. Con esto se transformó en un comestible “gourmet” presente en las celebraciones de las casas más adineradas. (Conforme múltiples historiadores, viene de los egipcios la tradición de poner un pan de trigo frente al plato de cada comensal).
Merced a las relaciones comerciales entre Egipto y Grecia, el pan llega a esta otra civilización en torno al siglo III a.d.C y va a ser acá donde se perfeccione y de sitio a más de setenta variedades de panes probando con diferentes cereales y diferentes formas de preparación. De esta manera, podríamos decir que las primeras “boutiques del pan son griegas”.
En Grecia el pan llegó como un comestible exclusivo para los ricos, se lo adoró como un manjar de los dioses (por este motivo se empleaba en celebraciones religiosas) mas no tardó mucho en extenderse asimismo a todo el pueblo.
En la ciudad de Roma ocurrió algo semejante. El pan pasó de ser algo exclusivo de los ricos (en torno por año treinta a.d.C) a ser en el año cien d.d.C un oficio regulado y privilegiado que se heredaba de progenitores a hijos, estaba exento de impuestos y contaba con su instituto oficial de panaderos.
De esta temporada es el dicho “Pan y circo”, que empleaban los gobernantes para decir que para sostener al pueblo contento bastaba con darles pan y espectáculos.
Los romanos mejoraron los molinos, los hornos y las máquinas de amasar. Además de esto crearon un pan concreto para los militares cuya característica primordial es que duraba múltiples días, lo que venía sensacional para las largas marchas en pro de conquistas.
Roma extendió su cultura del pan por sus colonias salvo en Hispania, donde los celtiberos ya desde ya antes conocían bien las técnicas de amasar y panificar el cereal. En España desde el siglo III a.d.C ya se conocía el pan y su consumo era extendido en toda la población. En este país cada casa realizaba su masa y la llevaban a cocer a los hornos públicos anterior pago de una tasa.
A lo largo de la Edad Media sobrevino en Europa una temporada de falta. Las cosechas de cereal descendieron de manera notable, con lo que el consumo de pan blanco – el más valorado- quedó reducido a las clases pudientes y su preparación se centró en los monasterios al paso que los más pobres volvieron al consumo de panes más bastos, elaborados con otros cereales y sin apenas cocción.
A fines del Siglo XII la situación empieza a recobrarse y el pan vuelve a extenderse como comestible básico a toda la población. Se crean entonces los gremios de panaderos, reconocidos como los “profesionales del pan” y regulados por el gobierno.
A fines del siglo XVIII con los progresos en la agricultura aumentan sensiblemente las cosechas de trigo. Además de esto, se mejora el molino, con los que se crean harinas más finas. Al acrecentar la oferta el pan baja su costo y el pan blanco se generaliza para toda la población.
En el siglo XIX las mejoras se siguen. Aparte de la invención del molino de vapor, los panaderos de este tiempo se dieron cuenta que si tras la cocción se aireaba la masa, esta esponjaba todavía más al unísono que el sabor del producto final era más intenso y de este modo realizaban el pan como lo hacemos hoy día.
Con esta trayectoria es muy normal que el pan no solo esté presente en todas y cada una de las secciones de la historia de los museos arqueológicos, sino asimismo aparece frecuentemente en pinturas de todo género y se hace mención a él en numerosas poesías de todas y cada una de las temporadas.
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