Utensilios de cocina, su evolución
Descubre la evolución de los diferentes materiales en los utensilios de cocina en sus diferentes épocas.
Evolución en los utensilios de cocina
La etnógrafa austriaca Anni Gamerith revolucionó el estudio de los aparejos de cocina en la década de mil novecientos setenta al relacionar las clases de comestibles con la fuente de calor en tanto que esta última determina el diseño de los aparejos.
El conocimiento que tenemos de los aparejos de cocina ya antes del desarrollo de la porcelana es mínimo debido a la limitada patentiza arqueológica. El inconveniente de cocer los comestibles y manipularlos se han solucionado de diferentes formas. Cada cultura ha empleado aparejos aprovechando los materiales que la naturaleza les daba en su ambiente. Así se sabe de la utilización de conchas de tortugas o bien moluscos por la parte del hombre primitivo; cilindros sellados de bambú en diferentes lugares de Asia; o bien grandes cuencos de piedra tallados por los americanos prehispánicos.
El desarrollo de la porcelana dejó la creación de múltiples aparejos de cocina. A través de el revestimiento de la loza con materiales naturales y, después de porcelana vidriada, se podía transformar un recipiente poroso en un vaso resistente al agua. Los productos de porcelana eran tan resistentes que aun tras el empleo masivo de metales como el bronce o bien el hierro, las clases menos pudientes las preferían debido a su bajo costo de producción.
En la Edad Media se cocinaba a fuego abierto y los útiles empleados (de barro, hierro o bien bronce) acostumbraban a ser ollas, sartenes y calderos. Para preparar el alimento existía una gama de cuchillos, cuchases, pinchos y tijeras. El fuelle y el mortero eran frecuentes en las cocinas tal como diferentes clases de ganchos y trébedes portátiles.
En el Renacimiento se ampliaba algo más el abanico y era simple hallar balanzas, tenazas, tenedores para asar, tamices o bien rejas metálicas para asar a la parrilla.
La Revolución Industrial del siglo XVIII dejó la mejora de los materiales extistentes y con esto aumentó la calidad de los aparejos a un coste menor. Las mejoras de los transportes (que hacía posible, por servirnos de un ejemplo, que se encontrase pescado fresco en urbes interiores), el desarrollo de la clase media, y un representativo incremento de la cultura gastronómica, favorecieron la aparición de novedosos útiles de cocina.
En el siglo XIX aumenta la pluralidad de materiales y hallamos desde cacerolas de cobre o bien hierro forjado a cacerolas de aluminio. La porcelana, jamás olvidada, reaparece fuertemente en esta centuria. Asimismo se genera una preocupación por los efectos dañinos del empleo de diferentes materiales en la fabricación de aparejos. Con todos estos avances y una genuina pasión extendida por la moderna cocina francesa, aumenta el abanico de los productos existentes y aparacen muchos otros nuevos, como, por poner un ejemplo, el abrelatas.
Desde principios del siglo veinte el empleo del plástico y derivados (descubierto en mil ochocientos cincuenta) se hizo exageradamente popular y llegó a substituir a otros materiales tanto en el campo familiar, como industrial iniciándose la “era del plástico”. Se afianza el empleo del aluminio merced a su abaratamiento.
El acero inoxidable fue inventado a principios del siglo veinte cuando se descubrió que una pequeña cantidad de cromo añadido al acero común, le daba un aspecto refulgente y lo hacía enormemente resistente a la suciedad y a la oxidación. El abaratamiento del aluminio lo afianzan como materia. Por norma general, el desarollo de la técnica, la consolidación de la electricidad y la termodinámica que vienen de la mano de este siglo dejan su impronta asimismo en los aparejos de cocina que aumentan su abanico de una manera mareante.
El primer intento conocido de cocinar a presión ocurrió en mil seiscientos setenta y nueve, mas no fue hasta mil novecientos diecinueve en que el de España José Alix Martínez patenta lo que se llamó como olla exprés.
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